Milei, festejos en redes y sufrimiento en los bolsillos

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Por Ezequiel Arauz.

Eufóricos, los escasos seguidores reales de Milei en las redes sociales se suman a los trolls inventados para festejar –a veces otarios– un supuesto éxito de la gestión nacional. Mientras tanto, desde el diario La Nación le lanzan duras advertencias sobre la crisis social que se incuba en el conurbano que, claro está no comenzó en diciembre, pero se desplaza ligera y barranca abajo desde las primeras medidas; incluida una devaluación del 118%, una inflación que no cesa y golpea fuertemente sobre el precio de la comida, cóctel al que se suma el aumento generalizado de tarifas y la ausencia dogmática de cualquier medida redistributiva incluída el salario mínimo vital y móvil y la ausencia de paritarias.

“La suba de los precios y de las tarifas, sumada a la interrupción de la asistencia alimentaria en un intento por cambiar el sistema de distribución, está componiendo una geografía muy crítica. Los comedores agotan reservas y en dos semanas se quedan sin insumos, las madres advierten que no podrán mandar a todos sus hijos a la escuela y terminan priorizando de los más pequeños, la asistencia estatal queda tan atrasada que ya no alcanza para cumplir su función original. Y un destructivo componente adicional, que en la crisis de 2001 no estaba presente: la profunda penetración del factor narco. “Los pibes de 16 años, que no van a la escuela, y están en una familia empobrecida, van directo al paco y de ahí salen de caño. Esto es algo cada vez más generalizado”, retrata un viejo conocedor del conurbano, “por eso hubo tantos casos de delitos con violencia extrema en las últimas semanas”. Ese escenario que describió el domingo pasado el periodista Jorge Liotti desde el –insospechado de populismo– diario La Nación, es absolutamente realista.

Cuando el estado decide retirarse para favorecer la concentración y la acumulación de la riqueza en cada vez menos manos, lo que queda en los territorios es la violencia creciente.

Es posible que existan aisladas situaciones irregulares en torno a los comedores comunitarios de organizaciones sociales e instituciones barriales, pero eso no es ni por asomo la norma. Muchas familias del conurbano se alimentan en esos comedores todos los días. Puede que los seguidores de redes sociales no conozcan esa realidad.

Aun si hubiera intención real de “terminar con los intermediarios”, los tiempos de la gestión no son los del hambre real en el conurbano. Mientras Milei y su ministra Petovello, que en su primera intervención se la dejó servida a una protesta en fila de uno, estiran definiciones, las cosas se desatan por si solas. Los alimentos no aparecen y en los barrios populares del conurbano ya hay comedores que están dejando de cocinar.

Quizá la intención política real, no podemos dejar de señalar, sea castigar a los distritos de la tercera donde el voto en el balotaje no fue hacia el candidato de la Libertad Avanza. Castigar vía hambre no ya a los intendentes e intendentas de esos distritos, sino a sus habitantes más necesitados.

A eso hay que sumarle a quienes desde la clase media baja, asalariados y trabajadores informales, están cayendo a la pobreza con velocidad; tal cual lo marca el salto en la cifra del 57% difundida por la UCA. Si no hay red de contención social para esos sectores –que además no están acostumbrados a esas dinámicas–, la conflictividad social, sobre la que el gobierno ensaya solo respuestas de twitter, irá inexorablemente en aumento.

Para los asalariados de ingresos medios y altos, la situación también es sumamente apremiante. Justicia Social es delito para Milei, quien desalienta paritarias, aumentos de salarios y el menor atisbo de redistribución de la riqueza en favor de los trabajadores y el pueblo.

El conflicto legislativo justifica la ausencia de fondos provinciales. Milei invoca un falso federalismo como coartada en educación, salud, y casi todos los temas a excepción de la seguridad, traducida en capacidad de reprimir la protesta social. La dolarización es el horizonte, la quita de derechos sociales y laborales el camino.

Mientras, el propio presidente abre batallas cotidianas a velocidad, algunas francamente innecesarias y risueñas, pero excluyendo de ellas a los grandes grupos económicos y la timba internacional. El límite real al gobierno de Milei vendrá seguramente de parte de sus víctimas directas en general y de entre ellas, de sus propios votantes en particular. El rol actual de las organizaciones sectoriales –sindicatos, movimientos, etc.– es construir masividad con paciencia e inteligencia, y el de los espacios políticos y roles institucionales una coherente representación.

Sin embargo, el desafío es altísimo y los tiempos inciertos. Marzo será seguramente un mes de grandes luchas populares. El 24 de enero surgió la consigna “la Patria no se vende» para ponerle un marco correcto a la batalla. Así será, ¡LA PATRIA NO SE VENDE!