Policía bonaerense: cambiar para que nada cambie

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Por Ezequiel González, periodista El Termómetro*

En enero de 2016, apenas un mes luego de que haya asumido María Eugenia Vidal, desde el Ministerio de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires filtraban a los medios una serie de medidas que se tomarían para modificar la estructura de la Policía Bonaerense. La pelea contra las mafias, que en ese momento los tenía peleados con los penitenciarios por la fuga de los Lanatta y Schallaci, se quedó en una retórica aceitada hacia las cámaras pero que en la realidad sucumbió a la continuidad de un poder que viene encallado en ese lugar desde hace décadas.

Lo que hubo en la bonaerense fue un cambio de nombres. Pablo Bressi fue el primer elegido por el Gobierno para hacerse cargo de la fuerza. Fue duramente criticado, hasta desde el seno mismo de Cambiemos, a través de Elisa Carrió, por haber sido superintendente de Drogas Peligrosas durante la gestión de Scioli y apuntado dentro de una serie de denuncias por narcotráfico.

Pero no fue sólo él, la línea de poder que continuó en la cúpula seguía la que había marcado Matzkin, Comisario General a cargo de la Jefatura de Policía mientras Alejandro Granados fue Ministro. Es que lo primero que hizo Cristian Ritondo fue reunirse con su antecesor y acordar una salida tranquila y una transición cómoda.

El ejemplo se vio en Quilmes. Distrito que cambió de color político y donde se dejó que confiar en quienes hasta ese entonces tenía la obligación de cuidar a los ciudadanos. En poco más de un mes y  medio de iniciada la nueva gestión removieron a ocho de nueve comisarios de la ciudad. El único que sobrevivió el paso de la escoba fue Francisco Centurión, quien estaba a cargo de Quilmes novena, la jurisdicción de los boliches. Hoy fue premiado y es Jefe Distrital de la zona este, la del Centro.

En este año y medio terminaron cambiar el resto de las dependencias: primero los comandos, luego la Departamental y por último las distritales. El esquema de la bonaerense sigue intacto, a pesar de las críticas recibidas por quienes hoy son Gobierno cuando estaban en la oposición.

Para la seguridad local es sistema de Comandos de Patrulla no hace más que complejizar la situación para los vecinos y se transforma en una excusa para la policía. Fracasado en 2004 y relanzado en 2014 continúa y acentúa errores. Las Comisarias no se hacen más cargo de la seguridad ante el reclamo de los ciudadanos, por no tener móviles, pero sostienen las históricas metodologías de recaudación ilegal. Al cual se sumaron los CPC como brazo ejecutor. Así se mantienen las famosos “quintitas”, que son los comercios que por un monto fijo obtiene un “cuidado especial” en la que se incluyen desde minimercados hasta los boliches más grandes de la zona; así como la protección de las bandas que realizan narcomenudeo (un ejemplo de esto puede ser el exbarrio Papa Francisco, conocido en la zona como “el de los Paraguayos” donde nunca se ha hecho un allanamiento); y la liberación de la zona en favor de bandas de crimen organizado (entraderas, piratas del asfaltos y de vez en cuando secuestros).

La policía local que venía a transformar esta situación, a llevar trasparencia y renovación adoptó las mismas prácticas de la bonaerense, replica sus acciones y cuando trabajan juntos, por ejemplo en los operativos de control vehicular son socios en los desmanejos.

Pero el problema no es local. O por lo menos la solución no lo es. Mientras la bonaerense continúe siendo una estructura de compartimentos donde todos deben responder al que está más arriba; sin una conducción civil que problematice sobre la situación de los uniformados;  y un verdadero entrenamiento aggiornado a las complejidades sociales actuales y no retenidos en los prejuicios de la militarización, no habrá solución posible para una fuerza señalada y apuntada, con razón, como de inseguridad.

*El Termómetro: de lunes a viernes 7 a 9 hs y de 18 a 20 hs por Radio FMQ 93.5 / www.eltermometroweb.com