¿Cómo impacta el desempleo en la salud?

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La ausencia de trabajo (contra la voluntad del trabajador) y sin expectativas de solución en el corto plazo o su doble, la precariedad laboral generan una de las experiencias más difíciles y devastadoras que las personas atraviesan. En esta nota, la médica sanitarista Elizabeth Barbis, explica cómo impacta el desempleo en la salud.

Si tan solo fuese un telegrama…

El desempleo puede ser una de las experiencias más traumáticas para las personas que lo atraviesan. Impacta en todos los aspectos de su vida y particularmente en la salud.

El trabajo remunerado (empleo) ha cumplido, luego de la esclavitud y la servidumbre, un rol central en la sociedad, las familias y los individuos no solo por la retribución económica que garantiza -de mínima- la subsistencia personal y familiar, sino que proporciona un acumulado de efectos que hace a nuestra cotidianidad y que sentimos especialmente cuando los perdemos.

 

El empleo es un ordenador, facilita la estructura intra y extrafamiliar, aporta relaciones sociales, mejora la perspectiva hacia un horizonte-objetivo y  contribuye a la conformación de una identidad (propia y ante la sociedad) “somos y hacemos”; puede que no sea lo que deseamos, soñamos o idealizamos, pero se conforma en una de las principales motivaciones de mantenerse activo y ocupado.

 

La ausencia de trabajo (contra la voluntad del trabajador) y sin expectativas de solución en el corto plazo (el desempleo) o su doble, la precariedad laboral (entendida como el trabajo sin derechos) generan una de las experiencias más difíciles y devastadoras que las personas atraviesan.

Su impacto sobre la salud es ineludible, la depresión es el signo (o síntoma)  más frecuente. La desesperación, angustia y ansiedad (canalizada con frecuencia en un mayor consumo de sustancias) suelen ser componentes habituales del nuevo estado.

El stress generado por necesidad de búsqueda de empleo, puede desembocar en conflicto social, tendencias delictivas e incluso violencia doméstica, indicadores todos de afectación psicofísica. Si bien no es causa directa, el estado anímico descompensado se asocia con el desarrollo de diabetes, hipertensión y problemas cardiovasculares.

 

Las distintas situaciones de la vida laboral afectan el mundo emocional e influyen sobre la salud: no es lo mismo disponer de un trabajo formal que informal, fijo que eventual, bien o mal remunerado, con o sin derechos laborales,  o adecuado a nuestras competencias profesionales o no.

 

La situación actual, identificada por un aumento en el desempleo y el empleo precario, facilita la aparición de una forma de estrés laboral donde adquiere especial relevancia tanto la inseguridad del presente como el miedo al futuro Aumenta tanto la preocupación por el riesgo de perder lo que se tiene, como la pérdida en si.

 

La obligación de los gobiernos democráticos en estas situaciones ha de ser arbitrar métodos para proteger salud de la población reforzando la protección socio-sanitaria, especialmente de los grupos de riesgo, mitigando el impacto de las crisis que generan desempleo y alteraciones de la salud mental y física en el desempleado, la desempleada, su familia y su entorno.

El sostenimiento de una atención sanitaria accesible y atenta a estos cambios sociales, planes de empleo y subsidios que puedan palear el sustento o acompañar la transición, son recomendaciones de la Organización mundial de la salud.

La falta de empleo, abona el contexto para la precarización, ambas generan alteraciones en la salud física y mental.

Cuando estas circunstancias se multiplican y no se promueven políticas de cohesión social; la sociedad toda (empleada y desempleada), se desmiembra.

Nada bueno ocurre luego de ello.

 

Elizabeth Barbis – Médica sanitarista y Docente universitaria