Un debate conservador y un empate con sabor a victoria para Alberto

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El debate presidencial fue bien diseñado para que todos puedan decir que ganó el candidato que les gusta.Pero eso no opera en el vacío, sino sobre un plano previo en el que va arriba Alberto Fernández.

Por Pablo Papini

Como en el boxeo, el retador debe noquear para vencer: Mauricio Macri no lo logró. Para quien guste de la argumentación, ganó Fernández porque es bueno en eso. Al votante macrista las razones le importan menos, con que se le pegue a CFK les alcanza. Aquí se trata, sobre todo, de no errar. Y nadie se equivocó gravemente. Ni siquiera Macri cuando dio por  vencedor bonaerense a Axel Kicillof. Falló, pero no afectará a María Eugenia Vidal.

Macri no dialogó con ningún votante ajeno. Ni siquiera con los de Juan José Gómez Centurión y José Luis Espert, que blindaron bien lo suyo. El Presidente no sedujo desde el bolsillo: insiste con eslóganes que ya se vencieron, sin dar certezas de por qué ahora sería distinto.También insistió con el pasado, a partir de la crítica al“dedito”. Quien pueda sentirse molesto por cosas como ésa opta por él desde siempre. Y si Fernández corrigiera su gesto, le buscarán otra cosa.

El vencedor de las PASO sólo registró a Macri porque para ganar le alcanza con sostener lo propio, y también debido a que sospecha que el clima de rechazo al presente excede a sus votantes, e intenta mostrarse como único capaz de representar ese sentimiento.Sí sorprendió adaptándose sin una sola falla a los tiempos de exposición escasos que se definieron: no acude al coaching, pero sí entrenó el cronómetro.

El único voto que Fernández puede penetrar es el de Roberto Lavagna, aunque tampoco le conviene que caiga mucho, porque el ex ministro de Economía cuenta asimismo con posibles votantes de Macri. Así las cosas, le tiró algunas ondas a su antiguo compañero de gabinete, pero sin exagerar. Todo muy rígido.Contestarle al principal candidato opositor con estadísticas de abuelos que usan celulares tampoco sirve: lo más probable es que esos ciudadanos ya voten por Macri. Y otra cosa: ¿qué puede sentir alguien que hoy no come al escuchar hablar de robótica en jardines de infantes? ¿A quién se puede convocar así?

En definitiva, y como se suponía, nada que altere significativamente el escenario. Todos más jugados a conservar que a crecer, y encima éste era el más jugoso de ambos debates: economía, relaciones internacionales, salud, educación y aborto. Cualquier otro asunto tendrá menos rating. ¿Qué mayor voltaje puede traer el del domingo próximo?