Otra vez

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La ciudad fue noticia en los medios nacionales de comunicación. Las inundaciones sufridas por miles de familias el último fin de semana, erosionó aún más, el descontento con la política gubernamental. Y si bien es cierto que el problema no es nuevo, los y las vecinas consultadas por CPB aseguraron que la situación empeoró. El desborde de los arroyos “San Francisco” y principalmente “Las Piedras”, hicieron de los barrios aledaños imponentes espejos de agua que atravesaron las calles y el agua alcanzó, en los lugares más críticos, el metro y medio de altura, como en La Matera (Quilmes oeste) o en Santa María (Bernal oeste).

Por Gustavo Aráoz

Desde el gobierno aplicaron el protocolo de asistencia pero fue desbordado e incluso se constató que los lugares que fueron destinados para brindar ayuda estuvieron cerrados buena parte de la jornada de lluvias. Así sucedió en la sociedad de fomento de Villa Luján, en Quilmes Este, barrio cercano a la autopista. Lo mismo con el Club Defensores de La Florida, donde fue consignado como centro de evacuados pero el agua llegó al metro de altura en la esquina de  Av. San Martín y 878, pero el club nunca pudo ser utilizado. 

Otro de los lugares que tuvo conflictos fue el CIC Agustín Ramírez, ubicado en Cno. Gral. Belgrano y el arroyo “Las Piedras”. El lugar fue ocupado por Gendarmería en 2016 y esta vez intentó funcionar como centro de evacuados pero la bronca vecinal agotó la paciencia de los vecinos y vecinas donde hubo agresiones hacia el personal que cumplía funciones ahí. Mientras tanto, el intendente Molina posaba junto a las pantallas del CUM (Centro Unico de Monitoreo). Una escena habitual durante cada lluvia que desbordaba los arroyos.

Maira Gutiérrez es vecina de Av. Mauriño y vive a 50 metros del arroyo “Las Piedras”. En su casa el agua comenzó a entrar en la madrugada del sábado y ya no pudieron dormir más porque comenzaron a frenarla pero fue en vano. “Abrimos la puerta y el agua entraba con una fuerza que nunca vimos. Nosotros vivimos acá de toda la vida y siempre se inundó pero esta vez fue impresionante”, explicó Maira, quien el lunes nos mostraba las huellas que había dejado el agua a 30 cm. del piso sobre la pared. Su casa, como la mayoría del barrio Santa María están altas pero esta vez no alcanzó. Su abuela tiene 90 años y cada lluvia la padece porque en el barrio, luego que la lluvia se va, pueden llegar las malas noticias.

En Solano, el barrio El Sol bajo bajo el agua

Milagro es una vecina del barrio El Sol, en Solano, al límite con Fcio. Varela. Allí está un puente peatonal al final de la 893, que es el único paso que hay por fuera de la Av. Monteverde. En esa zona, el agua desbordó en un radio de más de 300 metros. “Esta vez fue como nunca. El agua llegó a casa como nunca había llegado y algunos vecinos tuvieron que salir de sus casas porque no se esperaban tanta agua”, expresó Milagro, quien ayudó desde un centro comunitario montado para la ocasión. Al consultarle por la presencia del municipio dijo que “nunca en 4 años vino nadie cuando se inundó y mucho menos ahora”, dijo Milagro Ocampo.

La Matera siempre castigada

Al barrio se llega por Av. 12 de Octubre hasta cruzar el arroyo “Las Piedras” y termina cuando uno intenta cruzar el arroyo “San Francisco” pero se encuentra con un puente inconcluso de la gestión actual, donde solo puso los pilotes. Al encontrarse rodeado de los arroyos, la facilidad con que se inunda es inevitable. Lucia Mansilla, colabora en la parroquia Nuestra Sra. de las lágrimas y convive con la lluvia constantemente. Sin embargo, coincide en que “como esta vez nunca pasó”. Las situaciones se repiten en todos los barrios: un Estado municipal ausente y la colaboración entre vecinos para soportar la situación. “El Tala es el primero que se inunda, enseguida tienen un metro de agua”, dijo Lucia. El Tala es el barrio vecino de La Matera, hacia el lado de Solano.

Patricia Varela es de La Sarita, en Quilmes oeste y vive hace 50 años en el barrio, prácticamente desde que nació y relata lo que padece con las consecuencias de las lluvias. “En gestiones anteriores nos hicieron el asfalto, las cloacas. En este último tiempo caen dos gotas y tenemos el agua hasta el cuello. Cada vez tenemos más agua en nuestras casas, yo creo que mucho tiene que ver la obra del Metrobus, esa agua estancada de Calchaquí viene toda para acá. Queremos una solución”. Claudio Medina, es pizzero de oficio y tiene su comercio hace 5 años sobre Catamarca y Cno. Gral. Belgrano. “Ahora llueve una noche y nos inundamos, tarda mucho el agua en bajar. No tenemos un lugar para poner los pies secos. Los motores del negocio los levanto. No podemos seguir viviendo así, en el barrio viven personas mayores”, confesó el vecino.

Aurelia Britez es vecina del Emporio del Tanque, barrio vecino de La Sarita y del arroyo Las Piedras. Allí todas las calles son de tierra y no existe la recolección de basura. En Rep. del Líbano están las bombas extractoras, sin embargo dice que no funcionan. “Hace 2 años vinieron los mismos empleados para ver si los vecinos podíamos colaborar con la compra del combustible para las bombas. La falta de obras y la desidia hace que tengamos el agua durante más de un día en nuestras casas”. Teresa Rodríguez, vive sola hace 6 meses en el barrio. “El agua me trató mal, quedamos aislados, parecía un rio esto, me puse a llorar toda la noche. Estamos desesperados, necesitamos ayuda. Ni siquiera vino nadie del municipio ni siquiera a mirar, antes nos entregaban una frazada o una lavandina por lo menos”, expresó Teresa, una jubilada que se apenaba porque su vecina de enfrente, también jubilada y sola, no tenía quién la asista.

Estas son algunas realidades de las miles que se vivieron el fin de semana pasado en la ciudad. Muchos perdieron todo y nadie los escuchó. Otros pudieron pasar el momento dentro de sus casas en convivencia con el agua hasta que se fue. Las obras que necesita la ciudad no tienen que ver con el transporte de vehículos sino con el caudal que provoca el agua cada vez que llueve.