La muerte y la vida

0
688

Por Hugo «Pájaro» Colaone, miembro del Colectivo Quilmes Memoria, Verdad y Justicia

Luciano B. Menéndez se llevó  a la tumba las verdades sobre el destino de miles de desaparecidos. Fue condenado por crímenes de lesa humanidad y tenía sobre su cabeza trece cadenas perpetuas.

Fue el responsable del tercer cuerpo del Ejército abarcando 10 provincias, el más amplio del País, con sede en Córdoba. En plena dictadura genocida llegó a plantearle a Videla que había que ser más duro.  Dirigió la represión antes y durante el golpe de Estado de 1976 siendo uno de los generales que aterrorizó al pueblo con más saña hacia sus oponentes ejecutando él mismo a varias personas e indujo a un “pacto de sangre” a sus subordinados donde todos tenían que asesinar a alguien.

Dispuso de varios centros clandestinos de tortura, detención y muerte entre los que se destaca La Perla, La Ribera y el Departamento de Inteligencia de la policía provincial. Se sabe que ordenó fusilar, quemar o hacer explotar cuerpos y se lo juzgó también por el asesinato del Obispo de La Rioja, Monseñor Angelelli. Sólo se le comprobaron 52 homicidios, 260 secuestros y 656 casos de tortura siendo participe del robo de bebes. Casos como Hugo Vaca Narvaja, René Salamanca o Gustavo De Breuil son emblemáticos. El historial de muerte es mucho más intenso y terrible.

Pero hay una historia que nos devuelve la vida y vale la pena el recuerdo. Graciela María de los Milagros Doldan. Conocida como La Gringa  fue detenida en Abril de 1976 y llevada a La Perla donde es ferozmente torturada por su participación en Montoneros. Pero Menéndez decide retenerla por 10 meses intentando quebrarla y sabiendo que era la viuda de uno de los fundadores de la organización, Sabino Navarro.  En el cautiverio resiste, es obligada a escuchar las torturas de otros compañeros y le hacen 2 veces simulacro de fusilamiento. Cuando en Enero de 1977 la vienen a buscar para matarla, sale tranquila, hace la v de la victoria a los que quedaban, pide que la fusilen sin vendas, y al mayor que dirigía el operativo le dijo: “Sos el último ser humano que voy a ver antes de morir y aunque no lo sepas sos un ser humano y para mi es importante, porque me estoy despidiendo de la humanidad”. El mayor volvió llorando al destacamento. La compañera Doldan le había ganado la última batalla con su grandeza.