Con la vista puesta en las elecciones

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Marzo es el mes que acomoda las rutinas de los y las bonaerenses. En ese sentido, la política no escapa a una dinámica que se impone y se acepta: enero no se hace nada, en febrero se arranca despacio y a marzo no hay quien lo detenga. Por eso, la agenda electoral será la que condicione el actuar de las fuerzas políticas que intentarán lograr sus aspiraciones.

El mapa político en la ciudad se compone de un oficialismo (Cambiemos) conducido por Martiniano Molina, quien llega golpeado por la falta de respuesta frente  problemas que estaban resueltos, como es la basura y particular, la recolección. A favor, la inyección de recursos provenientes de Provincia y Nación. Quilmes es un distrito fundamental en el armado político de Cambiemos en la provincia. En ese sentido, todos los “fierros” son de Molina. Aún así, tiene problemas con parte del radicalismo (base militante de Cambiemos) y con parte del peronismo. En síntesis, Molina no pudo construir un núcleo propio con capacidad de gestión. El detonante fue la renuncia del cuestionado secretario de servicios públicos, Sergio Chomyzsyn. Durante su gestión, el único secretario que permaneció en el cargo desde el primer día fue Alberto Ignacio, en Finanzas.

Del otro lado, el peronismo intenta construir una unidad que atraviesa las resistencias que ofrecen ciertos dirigentes del peronismo, respecto a la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Como parte del escenario nacional y provincial, Quilmes (y su dirigencia) comenzaron a dar pasos para construir “la unidad”, de la que todes hablan. El futuro llegó y está en construcción. En junio, la dirigencia política deberá brindar propuestas claras a una ciudadanía que no quiere más mentiras.