QUILMES: PIROTECNIA CERO

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A pocas horas de recibir un año nuevo, visitamos a Graciela, vecina de Ezpeleta Este y mamá de Luca, un chico de 10 años con autismo. Nos cuenta el calvario que padece la familia con la pirotecnia en las fechas festivas.


Por Sergio González


Empatizar significa ponerse en el lugar del otro pero primero hay que conocer del asunto. Graciela justamente nos introduce en las consecuencias de la pirotecnia en chicos con autismo. «Los niños con autismo tienen un nivel sensorial muy desarrollado, son muy sensibles a los ruidos, a los cambios de rutinas, son muy estructurados. La pirotecnia, en ellos, provoca estímulos, a la vez un desorden sensorial y emocional, que desencadena en una cris de llanto y gritos. Tratan de mitigar los ruidos tapándose los oídos, algunos niños llegan a autoagredirse con golpes en la cabeza, mordiendo sus brazos, manos y labios. Es un momento de descontrol total tanto para el niño como para el entorno familiar».


La vecina, casi una especialista en el tema, aclara quiénes son los afectados por el ruido de la pirotecnia. «Perjudica un poco más a los niños con autismo, por su alto nivel auditivo. Pero también afecta a los bebés, a las personas mayores, a los animales».


Graciela profundiza en la cuestión y relata el padecimiento familiar. «Las fiestas para mi hijo Luca siempre han sido complejas. Como papás tomamos medidas previas para evitar la crisis, tratamos de que se duerma temprano, cerramos su cuarto, le ponemos música de sus películas preferidas, le prendemos el aire, tratamos de mantenerlo concentrado en algo que le gusta para que no perciba lo que sucede en el exterior. Así son nuestras fiestas, en un cuarto abrazado a Luca».


La mamá de Luca nos deja un mensaje de luz. «Tengo la esperanza que fin de año sea una noche de paz para nosotros y para muchas familias. Y decirles pirotecnia cero, más luces y menos ruido».
Tomemos conciencia, hay otra manera de festejar, depende de cada uno de nosotros.