Opinión: «El poder de expresar, es el poder del dinero»

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Por Claudia Villamayor – Docente e investigadora UNQ(*)

El panorama en materia del ejercicio del derecho a la comunicación en la Argentina no es el mejor. Desde el 11 de diciembre del 2015 se inicia uno de sus períodos más oscuros. Lo lamentable es que sea en democracia. Y lo curioso por no decir intolerable es la impostada afirmación del presidente de la Nación Mauricio Macri al sostener  en twiter que “Hoy  en Argentina la libertad es absoluta. Es tan grande que se volvió transparente. Pero conviene recordar que lo que vivimos es el resultado de haber abandonado para siempre los mecanismos encubiertos que usaron gobiernos anteriores para someter la libertad”.

Vamos a mostrarle algunos datos al presidente que opta por ignorar de manera planificada y asesorado por una lógica comunicacional que hace de la mentira una política de gobierno: 

Lo primero que hizo al inicio de su gestión es mutilar la ley de Servicios de Comunicación Audiovisual 26522. No la derogó, no lo necesita el mecanismo perverso de destruir derechos. Primero alteró 10 de sus artículos mediante decretos de necesidad y urgencia. 36, 236 y 237. Con ellos, al mismo tiempo, hecho por tierra y sepultó los organismos autárquicos: Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual y Autoridad Federal de Telecomunicaciones e información. Así hasta llegar a abrir el grifo que autoriza a las corporaciones en especial al grupo Clarín para tener de manera ilimitada lo que quiera en materia de propiedades de medios, telecomunicaciones, telefonía móvil. Libertad para el presidente es favorecer los grupos concentrados de la economía y el poder del capital. El poder de expresar, es el poder del dinero. 

La ley más democrática que pueda existir y que por supuesto puede ser mejorada fue mutilada y no la derogó básicamente porque no quiso abrir el debate para la sanción de una nueva. Lo que menos necesita este gobierno es justamente eso, debatir, escuchar diversidad de opiniones y construir un proceso participativo para la toma de decisiones. No es lo habitual en un gobierno autoritario y censurador. Con mutilarla le alcanza y sobra. Hizo alguna que otra pantomima hablando de ley corta o ley de comunicaciones convergentes, pero nunca nada llego a algún puerto. Entretenimiento para ir probando porque si le salía podía lograr aún más concentración económica y mediática para ejecutar un modelo económico altamente favorable para los negocios del presidente y sus funcionarios que a doble turno atienden en el estado y en sus empresas. 

A partir de ese procedimiento, se habilitó a consolidar un sistema mediático con alta capacidad de concentrar y al mismo tiempo quebrar empresas con la previsible consecuencia de la pérdida de trabajo. 3500 periodistas sin trabajo entre el sector público y el sector privado comercial. La competitividad no se basó en ley de oferta y demanda en el estilo más rancio liberal, la definición consistió en despidos necesarios para desarrollar crecimiento económico de empresas favorables al gobierno y para ello perfiles periodísticos acordes con ese regulador eterno que se hace ubicuo: el mercado. Pero no se restringe a él, el aparato mediático planificado requiere acuerdos con el ejecutivo para sostenerlo en campaña permanente. Por lo cual, decir despidos, es acomodar el sistema al ejercicio totalitario del poder. Sin desviarnos, reitero: 3500 despidos, son familias. 

A modo de resumen, vaciamiento del Grupo 23, 800 despidos; InfoJus Noticias, 24 despidos. Diario Crónica, Bae y Crónica TV, otros 60 despidos. Cierre de La Mañana de Córdoba, 61 despidos: Clarín abre “retiros voluntarios”, 260 trabajadores dejan el diario, en medio de denuncias. El desfinanciamiento mediante retiro de pauta oficial a Radio Madre AM 530, que dejó a más de 30 trabajadores sin sueldo. Artes Gráficas Rioplatense (AGR), 380 despidos.  Editorial Atlántida cierra revistas Cosmopolitan, Vanidades, Harper’s Bazaar, Ser Padres, Runners y Muy Interesante. Fueron 25 los despedidos. Cierre de El Argentino, 20 despidos. Cierre Revista Veintitrés. 30 despidos. Buenos Aires Herald, 20 despidos. El Ciudadano de Rosario, 82 despidos.Radio Rivadavia, 120 despedidos. Radio Continental, 30 despidos. Radio Tandil, otros 14. Agencia Diarios y Noticias, 100 despidos más. Vaciamiento de las señales Encuentro, Paka Paka, DeporTV mediante “retiros voluntarios”.Radio del Plata, 42 despidos. Represión y detención de cuatro trabajadores de La Garganta Poderosa y Fabricio Bacca, fotógrafo de la agencia Télam.Telefé, 100 despidos. Alianza entre Clarín y La Nación para la eliminación de 35 puestos de trabajo en la planta de impresión. Editorial Atlántida, 16 despidos más 20 despidos a colaboradores de La Valijita, La Para Ti Mamá, Para Teens y Para Ti Tejidos

Destrozos en la redacción de Tiempo Argentino en julio de 2016

Los despidos que suman 3500 son seguidos de represión y detención en muchos casos como el de Bernardino Ávila del diario Página/12, Pablo Barrientos de la Revista Cítrica y Lucas Martínez de El Destape en coberturas. Al mismo tiempo de atentados anónimos como en el caso del local de Tiempo Argentino que le destrozaron las computadoras y las fuentes archivadas cuando sus trabajadores y trabajadoras se propusieron sostener la fuente de trabajo. 

Por su parte, el sector denominado social por la Ley 26522, medios radiofónicos, televisivos, gráficos comunitarios, populares, alternativos, indígenas escolares llevan ya casi cuatro años de reclamos por los Fondos de Fomento concursable que el gobierno del presidente se jacta en decir que han sido otorgados 800 millones de pesos, desconociendo lo que por ley les corresponde, más de mil millones de pesos. El apriete económico que los mismos tienen, el deconocimiento del paradigma tripartido del 33% que concibe a la comunicación como derecho y no como negocio vuelve a ningunear los medios populares y comunitarios como lo hicieran los sucesivos gobiernos entregados al capital financiero que siguen siendo la estrategia del poder concentrado. 

Resulta curiosa la afirmación citada del presidente que burla al pueblo argentino en lo más sagrado que pueda tener una democracia: la distribución de la palabra como paradigma de emancipación. 

(*) Universidad Nacional de Quilmes