La policía, esa rígida estructura jerárquica y piramidal, es el brazo armado del Estado bajo el mando de civiles. En los papeles las fuerzas de seguridad deberían encargarse de justamente la seguridad de todos nosotros. También, sin dudas, quienes integran dichas fuerzas son servidores públicos y por lo tanto, deben estar al servicio de la ciudadanía. Y si hablamos además de una policía de proximidad como fue presentada la policía local, estamos ante la presencia de unos verdaderos buenos agentes del orden comunal.
Hace exactamente un año, el entonces jefe de la policía local, Andrés Delicia, era separado del cargo tras conocerse una serie de audios en los que jefes policiales pedía un «extra» a un subordinado para llenar el tanque de los patrulleros y no tener que caminar la calle. Doce meses después y con nuevo Jefe, comerciantes se quejan que la policía no cumple la palabra empeñada en la coima y efectivos policiales que se quejan del maltrato recibido de comerciantes.
Parece una locura pero no tanto porque el subcomisario Pablo Fuchs, jefe de la policía local quilmeña, renunció tras tomar estado público la denuncia sobre el pedido y cobro de coimas por parte de efectivos policiales. Locademia de policías locales.
