Pelea por encabezar la boleta de candidatos a diputados en la sección

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Uno ocupa una banca en la Legislatura, se erige como la espada del intendentismo en la región y prefiere el modo perfil bajo para hacer política bajo y el respaldo de la estructura PRO; el otro se monta a su alta exposición mediática y al caudal de votos que cosechó en la última elección pese a la derrota frente al kirchnerismo. 

El diputado Adrián Urreli y el exintendente de Quilmes, Martiniano Molina, son bien distintos y ambos buscan quedarse con la cabeza de la lista de candidatos y candidatas a la Cámara Baja por la Tercera sección electoral, esa región de 4,2 millones de electores en la que el peronismo edificó su principal fortaleza y la oposición mayoritaria resiste detrás de la conducción del jefe comunal de Lanús, Néstor Grindetti.  

Además de su reelección, Urreli busca afianzar el modelo grindettista en el sur del conurbano. Molina intenta ampliar sus márgenes de influencia para tener una nueva chance en su pago chico en 2023, tras caer frente a la camporista Mayra Mendoza. 
Ambos expusieron sus intenciones de competir por un lugar en Diputados, pero constataron rápidamente el choque de intereses. Allí comenzó una tensa relación en la que aún no hay definiciones y todo apunta a que se definirá en la mesa de decisiones de la superestructura.  

La primera propuesta para evitar una confrontación abierta surgió en una reunión a fines de febrero en la Municipalidad de Lanús. Allí, Grindetti le propuso a Molina que encabece la lista de concejales con el fin de ordenar los distintos frentes internos quilmeños y sentar las bases para un regreso al sillón principal del distrito. La idea fue rechazada de plano por el excocinero, lo que agravó las diferencias y motivó una serie de otros hechos que también son un reflejo de la dispersión que sufre el PRO en toda la provincia de Buenos Aires. 

Ejemplos de esto son las propuestas del grindettismo de agitar las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) en toda la Tercera sección electoral y, puntualmente, con decidida influencia en la ciudad ribereña, que hasta diciembre de 2019 controlaba Molina. Empezó fogoneando la instalación de la senadora Lorena Petrovich como eventual candidata a intendenta en Quilmes en 2023 pese a su bajo índice de conocimiento y su ADN lanusense, y más tarde habilitó una boleta interna a Walter Di Giuseppe para este año, un abogado que no pasó el piso de las primarias en 2019, que culpó a la población por no votarlo, y hoy reporta a la agrupación Hacemos que comanda el jefe de Gabinete de Lanús, Diego Kravetz. Una candidata y un candidato con algunos pro y varios contra que, de todos modos, lograron avanzar por la ausencia territorial del exjefe comunal quilmeño, que decidió refugiarse en el ala política de la paloma mayor, el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta. 

La buena sintonía que mantiene Molina con Larreta le permite moverse con cierta autonomía política. Algunos interpretan esa libertad como falta de expertiz en la materia, al tener un pie en el Grupo Dorrego, el grupo de jefes comunales del PRO que tiene como uno de sus conductores a Grindetti, y otro en La Territorial, que nuclea a unos 15 dirigentes sin tierra que buscan hacerse lugar frente a la hegemonía intendentista en el conurbano, dos espacios que disputan un mismo lugar y que, en principio, se saben completamente incompatibles. Acaso esa maniobra sea parte de la necesidad del quilmeño de mantenerse en la estructura bonaerense mayoritaria de la oposición, como lo es el dorregismo, y, a la vez, abrirse paso en la Tercera con la reciente agrupación que comanda el diputado vidalista Alex Campbell. 

En el entorno de Grindetti creen que Molina malgastó parte de su caudal político y dinamitó lazos que lo unían a la mesa chica bonaerense de Juntos por el Cambio y a su propio equipo con su alejamiento de algunos de sus exfuncionarios, como el actual diputado provincial Guillermo Sánchez Sterli, que hoy trabaja  junto al presidente del bloque PRO en la Cámara Baja nacional, Cristian Ritondo, con la idea de integrar la lista de diputados nuevamente, y la concejala «Maru» Sotolano, que retomó sus aspiraciones políticas en la ciudad bajo la dirigencia del intendente Jorge Macri. Por eso la salida la observan en el plano local: lo dicho, quieren que Molina unifique Juntos por el Cambio con su candidatura a concejal y que asegure así su lugar en el 2023. 

“Primero tiene que ordenar la política local y después está claro que es el mejor candidato a intendente que tenemos en dos años”, aseguró una fuente que hace política en la región. “El mapa político cambió por completo en el conurbano y hoy las cosas se deciden de otra forma”, sumó otro dirigente que reporta en Lanús con la idea de graficar que, en definitiva, el que decidirá la cabeza de lista de la sección y moderará los demás lugares es Grindetti.  

De hecho, en la elección de 2017, a instancias del auge macrista, en la Tercera sección obtuvieron siete de las 18 bancas en disputa. Urreli al frente, seguido por Maricel Etchecoin, cercana a Elisa Carrió; Sánchez Sterli en su momento en nombre de Molina y Gabriela Besana, una vidalista bajo la conducción del diputado Alex Campbell; además de otros tres dirigentes que hoy están afuera de Juntos por el Cambio como Fernando Pérez, un radical que trabaja en el proyecto Martín Lousteau 2023; María Elena Torresi, una dirigente de origen peronista que sigue las órdenes de Emilio Monzó; y Mario Giacobbe, otro referente de extracción justicialista que llegó a último momento a Cambiemos y más tarde decidió tomar camino propio.

Quienes trabajan con Molina saben de las deficiencias estructurales y políticas que tiene, pero creen contrarrestarlas con su alto grado de conocimiento y la experiencia que ganó durante los cuatro años de gestión. En definitiva, apuestan a que su nombre empuje la boleta hacia arriba en los próximos comicios, una estrategia de posicionamiento que tendrá largada con la presentación de su libro Un futuro con futuro, justo y verde, el próximo 22 de abril en la Ciudad de Buenos Aires, en la que se espera la presencia de Rodríguez Larreta, y otros dirigentes del PRO de primera línea, además de personalidades destacadas de la ciencia, el arte y el medio ambiente. Toda una fotografía de la plana mayor del partido amarillo que estima le servirá de plataforma electoral, similar a la que lanzó Macri con Primer Tiempo o, incluso, la que planea María Eugenia Vidal para los próximos días. 

Es en esta instancia en la que las posturas de uno y otro bando chocan. En Quilmes creen que quienes pedirán por el exintendente el día de cierre de listas serán dirigentes de la superestructura nacional. “Hay que preguntarle a Horacio (Rodríguez Larreta), Patricia (Bullrich) o María Eugenia (Vidal) quién debería ser el candidato en la Tercera”, repiten. En Lanús la respuesta es contundente y están convencidos de que la horizontalidad a la que están sometidos luego de la derrota en la provincia de Buenos Aires y en la Nación no habilita pedidos por arriba. “Hay un acuerdo y no hay manera que nos pidan algo así, es algo que se decidirá acá, con los que tienen más peso territorial”, sostienen. 

De todas maneras, así logre imponerse Urreli o Molina en este duelo, la oposición reeditará este año uno de sus desafíos más grandes al enfrentar al oficialismo unido en el corazón del conurbano peronista. Todos y todas coinciden en que será más que complicado sacar un porcentaje similar al 2017, año en el que el Frente de Todos fue divido entre kirchneristas, massitas y pejotistas, y deberán ajustar sus estrategias teniendo en cuenta que el Frente de Todos se impuso en 2019 con más del 55% de los votos en la Tercera y con más del 43%, en Quilmes.

Gentileza Pablo Lapuente