Las mujeres y la violencia política en nuestro escenario nacional

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En este último tiempo venimos escuchando con cierta frecuencia el término “violencia política”, debido a agravios, que son de público conocimiento, hacia algunas representantes del poder político. En este sentido, consideramos que es necesario esclarecer en qué consiste este concepto y cuáles son los peligros que conlleva.


Actualmente en nuestro país hay una notable apertura de nuestra participación en cargos públicos, dándose una creciente equidad de género en la política. No obstante, parte de la sociedad aún se encuentra anclada en posturas reaccionarias y machistas que se oponen con violencia a la integración de las mujeres en dichos espacios. 


El concepto de “violencia política” se refiere a una serie de ataques, tales como actos explícitos de violencia, sexismo, hostigamiento o acoso, cuyo fin es obstaculizar el desempeño de las mujeres en la vida política. Estos actos pueden ser perpetuados por representantes del grupo opositor a través de redes sociales o medios de comunicación.


Estas prácticas, me animo a afirmar, se dan en buena parte del mundo, un ejemplo de ello a nivel internacional fue el retwit del actual presidente de Estados Unidos, Donald Trump, donde se expresaba: “Si Hillary Clinton no puede satisfacer a su marido que le hace pensar que puede satisfacer a los americanos”.


A nivel local no nos quedamos atrás con este tipo de expresiones de odio, por lo general estas operaciones tienen lugar en las redes sociales, amparadas en el anonimato y en ocasiones fuertemente impulsadas por sectores opositores. 
Ahora bien, los ataques suelen poner el foco en estereotipos de género, en las imágenes que proyectan o sus cuerpos, ejemplo de ello suelen ser las constantes ofensas en contra de la periodista y actual Primera Dama, Fabiola Yáñez, ya sea por la adjetivación de su vestuario, cuestionándola en su rol actual o poniendo en duda su profesión.  


La actual secretaria de Cultura de Avellaneda, Victoria Onetto, también fue duramente criticada por su nombramiento en el año 2018, por lo cual se vio “obligada” a salir a mostrar su titulo de posgrado en “Gestión y política en cultura y comunicación” otorgado por FLACSO. Nos preguntamos: ¿A cuántos otros políticos de nuestro escenario nacional se les ha solicitado la acreditación de sus estudios?


Otra figura que suele ser blanco de agresiones es Ofelia Fernández, sus detractores parecen no poder tolerar la participación política de una mujer tan  joven. La legisladora, desde el inicio de su carrera ha sido insultada por su aspecto e incluso recibió amenazas de muerte. Cabe recordar los memes que surgieron referidos a su vestuario el día que asumió su cargo y asimismo los dichos alusivos a  violencia sexual y física que recibe en sus redes.


Otra constante víctima de “violencia política“ es la actual vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, cabe recordar las tapas de la revista Noticias, donde se hacía un uso inapropiado y sexualizado de su imagen. En este tenor, encontramos también la frase del periodista Lanata: “Usted es una pobre vieja, sola y enferma que lucha contra el olvido” o incluso Macri (en el Ejecutivo), que les pidió a los peronistas que no siguieran “las locuras de Cristina Kirchner”. 


El ejemplo más reciente son las declaraciones de Baby Etchecopar al aire en el programa “La noche de Mirtha”, donde sostuvo: “Cristina Kirchner, dense cuenta y no le busquen la dialéctica: es el cáncer de la Argentina”, dichos que no pasaron inadvertidos, generando un fuerte repudio en la sociedad. Hace pocas horas, el mediático salió a pedir disculpas públicas. 


Por último, queda claro que no podemos calificar como violenta la corrección hacia una mujer o el hecho de contradecir su postura política. Lo violento radica en el uso de calificaciones peyorativas, en la desacreditación, en dejar manifiesto el mensaje de que no podemos formar parte de lo político. Este argumento  potencialmente podría desalentar la inclusión de las mujeres en este espacio.


Estas acciones implicarían un retroceso como sociedad, sobre lo que históricamente ya fue conquistado: el derecho y el deber de la representación y participación política de las mujeres.De lo contrario, las demandas de gran parte de la población no serían representadas, motivo suficiente y válido, según entiendo, para considerar la peligrosidad de «la violencia política » como práctica.

Crédito: Revista Noticias